Add parallel Print Page Options

24 asna montés habituada al desierto. Cuando buscas al macho, olfateas el viento, ¡y nadie puede controlar tu lujuria! Cuando buscas al macho, ¡a éste no le cuesta ningún trabajo encontrarte! 25 Pues ten cuidado. No andes descalza. No dejes que la sed te reseque la garganta. Pero tú respondes: “No hay caso; ¡ya no tengo remedio! He tenido amoríos con extraños, y tras ellos me iré.”

26 »Pero la casa de Israel tendrá que avergonzarse, y con ellos sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas, como se avergüenza el ladrón cuando es descubierto.

Read full chapter